CHARLES FREDERICK WORTH: EL HOMBRE DETRÁS DEL ARTE Y LA MODA




Por
Karen Mondragón
Estudiante de Diseño de Modas
Especial para La Moviola


           Érase una vez una época en la historia donde el arte predominaba sobre los deseos mundanos; una época en la que se respiraba las ansias de conocimiento en vez del empobrecimiento cultural de los reality shows; una época que marcaría de forma trascendental al mundo de la moda tal como lo conocemos hoy en día, la belle epoque. Situada en los años previos a la primera guerra mundial,  fue una época con gran culturización  y  la expresión de la belleza con todo su esplendor. A pesar de que el arte fue un autor principal en esta época, no fue el único que dejaría una huella, siendo tan profunda que incluso es una realidad tangible en el siglo XXI. Aparece en la capital mundial de las artes y de los placeres, París, el modisto Charles Frederick Worth, este personaje lo cambiaría todo, desde la concepción de la belleza en las prendas de vestir, hasta la definición del deseo consumista implantada en la sociedad.
           Worth nace el 13 de octubre de 1825 en Bourne, Lincolnshire, Inglaterra. En su juventud trabaja como aprendiz y empleado en una grande textilera inglesa; gracias a ese trabajo adquirió un amplio conocimiento de los textiles  y cómo debía desenvolverse en ese negocio. Luego se trasladó a París, en donde volvió a trabajar en otra grande empresa textil, es allí donde comienza a confeccionar vestidos hechos a la medida para las clientas de la tienda. Después de un tiempo, el joven diseñador abre su propio almacén de moda. También era una amante de la historia de retratos y los vestidos dibujados en estos, cuyos elementos usaría como inspiración en sus futuros diseños.
           El diseñador inglés llegó en un momento trascendental en la historia francesa, era la época del segundo imperio de Francia con el emperador Napoleón III en el poder. Con la llegada de este nuevo gobierno, Napoleón implementa una nueva visión para el país, iniciando cambios en la modernización para que la nación impulsara su economía; de esta forma posiciona a París como pieza maestra de Europa. Claro está, que el sector textil no se quedó a un lado en este nuevo impulso económico, tal como lo describe Guillaume Apollinaire “Las plumas sirven ahora para decorar, no sólo el sombrero, sino también el zapato y el guante, y el año que viene se estilará llevarlas en la sombrilla. Hoy se hace calzado de cristal de Venecia y sombreros de cristal de Bacará. Y no quiero decir de las faldas pintadas al óleo, de las lanas de colores fuertes y las blusas caprichosamente salpicadas de tinta”.[1]

           Como la moda y los textiles estaban en su pleno apogeo, era fácil imaginar que la aristocracia francesa empezara a dar sus primeros pasos en la nueva moda emergente. Fue con la llegada de la esposa de Napoleón III, la emperatriz Eugénie de Montijo, que el gusto por la moda se incrementó en aquel entonces. Gracias a su elegancia, Eugénie mostró a niveles colosales la magia y el encanto de la riqueza cultural y monetaria del régimen imperial. Su forma de vestir impuso moda, de forma irrefutable, en la corte; Todas querían verse como ella.
           Es en este momento donde el diseñador Worth alcanza la cúspide de su carrera como modisto real; Eugénie, quien admiraba el trabajo de Charles, se convierte en su más importante clienta. La emperatriz siempre usaba alguno de los vestidos de Worth en sus retratos pintados, especialmente los del pintor Winterhalter,  un retratista muy famosos en su época. Estos retratos hicieron que la fama del diseñador creciera a niveles colosales, pues toda la corte y la burguesía querían tener una creación suya.
           Además de ser el diseñador más concurrido en aquel momento, el crecimiento de su fama hizo que modificara su modelo de negocio hasta tal punto de hacerlo evolucionar. Worth fue el primer diseñador en la historia que implementó el marketing; fue él quien introdujo el concepto de “modelo” y “tendencia” a esta industria. Cada año reunía a sus más prestigiosas clientas en su casa de moda en la 7 rue de la Paix, una calle que gracias a él, se convertiría en el epicentro de la elegancia parisina; allí empezaba a mostrar sus nuevas creaciones pero no en maniquies, lo hacía en personas reales, mujeres más jóvenes que lucían los atuendos y modelaban frente a las clientas. También es de resaltar el hecho de que Charles fue el primer diseñador de moda que intervenía las prendas sin seguir fielmente lo que dijera su clienta; aunado a esto, fue el primero en firmar sus creaciones como los artistas, pues consideraba que sus vestidos eran verdaderas obras de arte.
           El contexto económico y cultural europeo de aquel momento hace que los modelos de negocio se vean forzados a cambiar, así es como Worth crea e introduce estos nuevos conceptos, cambiando la industria de la moda; es a mediados del siglo XIX cuando se escriben los nuevos fundamentos de la alta costura o Haute Cuture  como la conocemos en la actualidad, un ejemplo claro de esto es la marca de lujo Marni. Esta empresa  familiar nace en Italia en 1994 con la diseñadora Consuelo Castiglioni; las prendas Marni están llenas de elegancia y originalidad, además le da a cada pieza su toque personal de gusto y estética. Esta casa de moda llega con el fin de nutrir el alma artística de una industria abandonada de creatividad y originalidad.
          Conjunto a las similitudes ideológicas que existen entre Marni y Worth, está el gran parecido que tienen algunas de sus colecciones con las piezas exclusivas del diseñador. En cuanto a los materiales textiles, Marni usa una mezcla de estampados y texturas admirable; combina algodones con sintéticos y estampados orientales o geométricos. Worth fue un tanto más prudente con el uso de estampados, pero está claro que hacía mezclas de hasta 6 materiales en un mismo atuendo. Ambos diseñadores tienen la misma estructura estética, pues usan la silueta conocida como reloj de arena (holgado en la parte superior en inferior y ajustado en la cintura) en gran parte de sus creaciones.
           En mi opinión Marni es una de las marcas de moda que más se acerca a la alta costura de antaño. No solo por su ocasional extravagancia o por la ostentosidad de las telas, sino por el significado creativo y artístico que le otorga a cada una de sus obras. Además de esto es una casa de moda consiente de su entorno social, pues realiza un programa llamado “My own world” donde niños sin hogar, de diferentes ciudades del mundo, hacen toda clase de dibujos que luego serán estampados digitalmente en camisetas y pins; finalmente una parte de la venta de estos productos son donados a escuelas y a donaciones de caridad. Esta marca es una de las más grandes expresiones de genialidad y compromiso, muchas de las grandes empresas en el sector debería seguir su filosofía de marca, pues es lo que le hace falta a esta industria.
          Está clara la contundente contribución de Charles Frederick Worth en la moda actual, su arte y los nuevos conceptos que introdujo, construyeron las bases principales de marcas como Marni, marcas dignas de admirar. Es cierto que Worth no fue el primer diseñador de moda y tampoco fue el inventor de la moda, pero sí impuso elementos de la alta costura que aún son utilizadas hoy día. Creó el imperio de la distinción y el buen gusto, pasó su vida creando obras de arte, porque si algo es cierto, es que la alta costura es la máxima expresión artística en la moda.





[1] Apollinaire, G. (1916). El poeta asesinado, Barataria.

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