ARTE, VIOLENCIA Y SOCIEDAD.

Por Marley Cruz Redactora habitual La Moviola Muchas veces me he topado con la pregunta de para qué sirve el arte: muchos lo ven como un medio didáctico para la enseñanza, otros como medio de expresión; filósofos como Hegel dicen que es una de las esferas del espíritu, allí el hombre se desarrolla con la filosofía y la religión como un ser para sí; en Heidegger es donde se puede curar la angustia que produce el existir, es la casa del ser o de donde se pregunta por el sentido del ser; Neruda decía que es el lugar donde esperamos residir al escuchar a dios (yo diría que si Neruda decía eso lo hubiera escrito así: Dios, con mayúscula, igual que Unamuno…); Miguel de Unamuno se preocupa constantemente por la necesidad de inmortalidad del ser, dice que desde allí se justifica la necesidad del hombre por creer en dios, y ya que solo en el arte nos hace superar el tiempo, es la forma como el alma quiere inmortalizarse. El arte por su capacidad de transformarse, puede ser todo esto y más aún: el arte tiene en sí mismo la capacidad de narrarnos lo que es la sociedad y los aciertos y vicisitudes que en esta se dan. Podemos estudiar la historia a través de las obras de arte, doy paso a dar algunos ejemplos de ello. Comenzaré con una hermosa canción Colombiana de Jorge Villamil, el Barcino: “Cuando los tiempos de la violencia Se los llevaron los guerrilleros Con Tirofijo (los alias o apodos se escriben con mayúsculas) cruzó senderos Llegando al Pato y al Guayabero ¡Arre! torito bravo que tienes alma de acero Que llevas en la mirada pudor de torito fiero Que llevas en el hocico el aroma del poleo” Casi siempre pasamos por encima de las letras, si vemos más a fondo debemos preguntarnos dónde queda el Pato y el Guayabero y qué es eso del poleo: el toro se fue con el guerrillero desde el Caquetá hasta los llanos orientales pasando por Cundinamarca, llevando consigo el olor a la amapola. El Barcino es algo más que un toro, representa el alma campesina que se niega a dejarse arrasar por la fuerza de los caporales; esta canción nos cuenta los inicios de lo que sería la más grande herida del territorio Colombiano: la violencia de los años 50´s. Otro ejemplo de como el arte refleja las realidades de la sociedad es el del cuadro de Alejandro Obregón: Violencia, 1962 . Es un cuadro que según Martha Traba se escapa del tan temido “arte comprometido”, no tiene ninguna filiación política ni pretende hacerse a ninguna revolución social; es un cuadro que solo se compromete consigo mismo, una obra solitaria y gris, que relata el paso de cualquier oleada de violencia, en cualquier lugar de la geografía colombiana. Una mujer embarazada símbolo del futuro, de la nueva vida que llega, herida, con su alma mutilada, como el alma misma desolada de la sociedad después de la guerra, dejando el sinsabor de una imposibilidad de algún futuro: la barbarie pasa arrasando con la esperanza. Son múltiples los ejemplos que hay alrededor de toda la historia sobre el arte y la violencia, uno de ellos, nos lleva a uno de los episodios más trágicos de la historia de la humanidad: la segunda guerra mundial. Mucho se sabe del cerco de Leningrado en el que durante tres años el ejercicito Nazi sitió la ciudad bombardeándola hasta tres veces al día, y alrededor de éste el ejército rojo intentando hacer su entrada para salvar a la ciudad. Las provisiones eran nulas, la escasez de alimentos y el invierno eran los encargados de acabar con más vidas que las propias bombas de Hitler, y la orden de Stalin era resistir: “Leningrado no se rinde”, y la orden de Hitler: “matar a la gente de hambre y de frio”. La segunda guerra mundial estremeció a la humanidad; de todo el globo terráqueo los soviéticos fueron los que más muertos aportaron, solo en el Sitio Leningrado los muertos llegaron a la cifra extraoficial de 1.200.000; la cuota rusa de muertos en esta guerra pasa por los 25 millones de ciudadanos, casi la mitad de los habitantes de Colombia en la actualidad. El compositor Dimitri Shostakovich, nacido en esa población, dejó un testimonio de esos días tan amargos para los soviéticos. En su Sinfonía número siete refleja la angustia, la barbarie y la desolación por la que pasó el pueblo de Leningrado, pero lo que más se reconoce en estas notas es el aguante inverosímil con el que la población soportó tales atrocidades. La obra era utilizada durante el cerco para desmoralizar al ejército Nazi y darle esperanza a los rusos. Aún hoy después de 72 años los rusos de la vieja guardia inundan sus ojos en lágrimas cuando suena esta imponente obra llena de energía y de emotividad. Cada año para la conmemoración de La Gran Guerra Patriótica suena en el cementerio en donde hay enterradas más de medio millón de victimas del sitio. El arte también tiene la capacidad de profetizar, eso lo evidenciamos con uno de los más grandes poetas que han dado las letras españolas: Federico García Lorca. Verde que te quiero verde verde viento verdes ramas el barco sobre la mar el caballo en la montaña. Verde, que yo te quiero verde. Con la sombra en la cintura ella sueña en la baranda verde carne, pelo verde su cuerpo de fría plata. Compadre quiero cambiar mi caballo por tu casa mi montura por tu espejo mi cuchillo por tu manta. Compadre vengo sangrando desde los Puerta de Cabra y si yo fuera mocito este trato lo cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa dejadme subir al menos hasta las altas barandas. Compadre, quiero morir, decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sábanas de holanda. Compadre donde está dime, dónde está esa niña amarga cuantas veces la esperé cuantas veces la esperaba A Lorca lo mataron por bueno, diría Chávela Vargas en una entrevista que le hicieron poco antes de su deceso. A ella como a todo el universo artístico la traspasó la muerte de su amigo, de su hermano, de su poeta. Con Lorca se inician los tantos crímenes que traería consigo la Guerra civil española, él fue el primero, porque con su pluma hizo más que cien ejércitos. Vemos en Verde que te quiero verde, ve cabalgar la nueva realidad que aquejaría España, como el compadre baja de los puerta de Cabra para verse convertido en otra cosa, para ver su casa y sus tierras enajenadas, para ver la ausencia de la niña que le esperaba en la baranda. Con este poema Lorca logra conjurar el futuro que le espera a España, la sangre que correría por los caminos de verdes ramas. Otro grande de las letras españolas que deja un legado histórico en su poesía es Miguel Hernández. El poeta de Orihuela muere en una cárcel luego de que los republicanos perdieran la guerra; desde una de las cárceles en donde pasó lapsos intermitentes durante el conflicto escribió uno de los poemas más sentidos, más terribles, más trágicos y hermosos. Habla de su hijo, y de cómo su esposa Josefina no tiene nada más para comer que cebollas, como están pasando hambre, al igual que toda España. Él mientras tanto les pide que no se derrumben, pues ellos son todo lo que le quedan y que defiendan su risa, palabra por palabra. El catalán Joan Manuel Serrat en un intento de acercar la poesía con la música logra musicalizar algunos poemas de Miguel Hernández, haciendo de las nanas de la cebolla una hermosa canción, testimonio del hambre y del amor. Y ni qué decir de Cuba, toda su historia está narrada en su música, desde el ejército mambí batiéndose en el punto cubano cantado por Celina Y Reutilio, hasta las letras de Carlos Puebla y del cómo llegó Fidel con Ernesto desde la Sierra maestra y se hizo la revolución . Y por supuesto la historia de los que se fueron: Celia por si acaso no regresa le profesa su amor a Cuba, y pide que la entierren con su bandera cubana, la que siempre estuvo en su corazón, y la que dio a conocer a través de su música por todas las latitudes del mundo. Con este sencillo panorama podemos ver cómo el arte además de ser la condición humana que nos libera, que nos permite trascender en búsqueda de la inmortalidad del alma, también nos ayuda a la construcción de la memoria histórica de la humanidad, como nos brinda un testimonio vivo de los dolores que causa la guerra, y nos recalca que hay tragedias que nunca se pueden volver a repetir.

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