Mi reencuentro con Fausta ( un viaje por La Teta Asustada)

Fotograma de la Pelìcula La Teta Asustada de Claudia Llosa



Por
Estefanía Torres Ruge
Especial para La Moviola



Conocí a Fausta en el Auditorio los fundadores de la Universidad Central ya hace 2 años, año del estreno de la película La teta asustada en el mundo, en aquella oportunidad la vi sin siquiera cuestionarme el origen del miedo de la joven o él porque de su drástica medida para procurar su protección ahora por lo menos me pregunto, aunque aún no posea todas las respuestas.
En 1980 se funda el sendero luminoso, grupo terrorismo cansado de la desigualdad absurda que el régimen militar había instaurado, buscaba por medio de masacres, muerte y violencia sin límites llegar al poder, años más tarde se suma el movimiento revolucionario Túpac Amaru, estos dos grupos mantienen una violencia sin precedentes y sin encontrar oposición por parte del gobierno, hasta 1990 año en que Alberto Fujimori es electo presidente he inicia una cruel arremetida contra estos grupos creando autodefensas campesinas a quienes apoya con armamento y respaldo de las fuerzas armadas, el terror por esta época se recrudece siendo apaciguado años más tarde con la captura del líder de sendero luminoso Abimael Guzmán y dando casi por culminadas las agresiones tras el abatimiento del grupo Túpac Amaru emboscados en la embajada del Japón el lima en cuyas instalaciones llevaban ya cuatro meses con un gran grupo de personas secuestradas por esta época fue concebida Fausta, allí entre este fuego cruzado Perpetua fue violada y obligada a comerse el pene de su marido muerto, así era el horror de la época, en un conflicto que no tenía más víctimas porque su población no era más numerosa, en una guerra sin héroes, sin buenos solo con brutalidad y parias por doquier.
Claudia Llosa en su guion empieza por una imagen inquietante y brutal, un heladero que encuentra un árbol al revés con las raíces para arriba, empieza con un plano general del desierto, los colores cálidos inundan toda la pantalla, dando esa rara sensación de sequía y desolación, el heladero se acerca lento pero firme para encontrar bajo el peculiar árbol ahora con la cámara en angulación lateral en plano medio, restos humanos, en el cuadro no se ve aquel brazo que Llosa describe en el guion y en el film no aparece este singular cuadro que ella sitúa como el prólogo de su película, también ha sido excluido aquel reporte televisivo del encuentro del heladero que se suponía lúcido veía mientras desayunaba en la secuencia del patio de la casa que hace parte de la segunda secuencia de la película. ¿Cuál habrá sido la razón para que consideraran omitir estos cuadros? ¿Tal vez la crudeza con que ellos develaban el trasfondo del film? Aunque me hubiera gustado verlos prefiero la sutiliza que conlleva el no incluirlos.
Pero Fausta vive en otros tiempos, aunque el pasado de sangre ha dejado manchada su alma, este rezago de violencia la persigue haciéndola tomar medidas drásticas para evitar un desaventurado destino como el de su madre y el de tantas otras peruanas que sufrieron esta guerra de poder que finalmente no les concedió la libertan, ni la igualdad, ni nada, solo terribles cicatrices que en el caso de Perpetua continuarían en la siguiente generación. Estas cicatrices heredadas, se abren y sangran cada vez que fausta tiene miedo, cuando se muere su madre, o cuando la cámara nos muestra en un frontal plano medio su reflejo con aquel taladro en manos, sostenido como algún arma, reflejándose en la foto de ese militar que intenta Aída colgar en su cuarto.
A fausta le toca vivir otro tipo de violencia, esa que nos agrede a todos, la desigualdad social, a la que los grupos terroristas trataron de derrocar durante dos décadas sin conseguir más que millares de muertos, se nota en ese primer plano frontal en el que Fausta y la señora Aída recogen perlas del collar que se ha desparramado por el suelo, así la inocente Fausta escucha aquel infame trato, una perla por una canción, de esas que le nacen en el corazón, de esas con que apacigua su dolor, aquellos cantos con los que se comunicaba con su madre moribunda, esos que nos contaron el porqué de la actitud displicente de fausta hacia el contacto, hacia la gente especialmente los hombres, esas, sus únicas pertenencia, vendidas para que aquella señora que vive entre murallas apartada del mundanal fulgor de la plaza pueda cumplir con su recital anual.
Pero no todo es melancolía, está por un lado su familia colorida y bulliciosa, próximos a una boda, este lado de la sociedad que ha superado la violencia, que hacen sus vidas sin remordimientos, esta sociedad emergida de esas guerra que los llevaron a dejar sus pueblos, a refugiarse en ese inhóspito desierto y a hacerlo su hogar, esta familia que no discrimina, que vive en paz. Por otro lado esta Noé, el jardinero, quien poco a poco ir a mostrándole a Fausta su igualdad con ella, la carencia de peligro que él le ofrece, aquel plano de detalle de sus manos diciendo quien es sin palabras, quien está detrás de esa barrera impenetrable de la casa de Aída que resulta ser una excelente metáfora de la situación de fausta.
La dirección de arte entiende a cabalidad estas relaciones establecidas entre fausta, su familia, Aída y Noé, es así como vemos siempre luminosos exteriores, cargados de frescura, colmados de elementos kitsch cuando se trata de su familia y de naturaleza, de plantas y flores cuando se trata de Noé, en contraposición con aquellos interiores lúgubres, oscuros de la casa de Aída. Total oposición entre lo opulento de la clase alta y lo vivaz de la clase popular.
Es una film de contradicciones, aquella papa que es defensa y riesgo. Aquella mujer que se muestra benefactora pero termina siendo embaucadora. Esa leche que da vida pero roba el alma. Ese deseo de no separarse de la madre que me sugiere aquel plano medio de su brazo con angulación lateral, en la ventana con el cabello de su madre en la mano un plano me llena de nostalgia en contraposición a la boda que ya se aproxima, vida y muerte enfrentadas.
En el transcurso del film Fausta logra recuperarse, de aquella enfermedad que el lima se desconoce como dice su tío, con las perlas que finalmente toma de la casa de Aída pues por derecho son suyas emprenden un viaje con su familia para llevar finalmente a Perpetua a descansar en el mar, en esta secuencia del viaje en camioneta descarpada, durante ese travelling que hace la cámara con los imponentes andes desapareciendo siento como se alejan con ellos el recuerdo de toda la sangre derramada sobre ellos, como desaparece en el horizonte de Fausta esa violencia generada allí justo tras aquellas montañas y como llega el mar, como aquella vendedora en la secuencia de las visitas a la tienda de ataúdes dice “ese es el océano pacífico, que acaricia todo el país. Alivia su carga, dicen, sus penas se lavan”1. Para concluir este viaje en el que fausta enfrenta sus demonios y logra destruirlos esta esté primerísimo plano de reconciliación con esta papa que era a la vez peligro y protección.
Esa exaltación de la clase popular que hace Claudia en esta película aspecto que comparte con su opera prima Madeinusa en la que muestra el colorido de la vida en los andes, me hace dudar de su intención, me parece fantástico que exalte la vida de esta clase que tanto ha sufrido, casi todos los muertos durante los 20 años de conflicto fueron hablantes quechua, o si es un intento de burlarse de sus costumbres e idiosincrasia. Puesto que ella pertenece a una clase alta en su país, realmente quiero creer que la barrera entre clases puede romperse, que pueden existir aquella relación de colaboración y respeto que poseen Llosa y Solier, asociaciones para crear.
Ese tránsito liberador que Fausta emprende tras el ataque de su tío, registrado en travelling con plano medio procurando siempre estar cerca a la pared para que no lo coja algún alma en pena, luego la pérdida total del miedo al entrar a la habitación de Aída y tomar sus perlas, la decisión de ir al médico a que la liberen la papa que la había cuidado hasta ahora ese nuevo me hace pensar el Albert Camus, en su filosofía del absurdo, esa insignificancia que tiene la vida a menos que le demos el valor que le corresponde que tomemos las riendas de ella y hagamos frente a la vida, nos llenemos de experiencias y afrontemos lo absurdo de la guerra, lo absurdo de la humanidad.
Este viaje que fausta hace para deshacerse de las penas causadas por la violencia es a mi parecer el viaje que Claudia le propone a los peruanos, dejar atrás toda la violencia transcurrida y mirar hacia adelante sin olvidar como lo han hecho los hijos de lúcido, buscar esa liberación, dejar de atormentarse con aquella infame papa. El Perú de hoy si bien es más próspero aún conserva esa desigualdad abismal de clases, esa falta de oportunidades para el pueblo ya no sufren de atentados terroristas ahora sufren como todos nosotros de tratados de libre comercio que atentan contra la industria nacional, de altos costos de vida, ya no hay “guerra”.

2 comentarios:

Mario dijo...

Disfruto mucho de ir al cine y poder ver diferentes películas. Cada vez que viajo me gusta conocer el cine de otros países, por ello en este momento que voy a emprender mis vacaciones, luego de conseguir mi asistencia viaje voy a ver que espectáculos poder ir a ver

Mario dijo...
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