Sobre Damnation y The Man from London del director Béla Tarr




Por
Alberto Andrés Flórez Claro
David Higuera
Estudiantes Medios Audiovisuales
Especial para La Moviola



La vida transcurre frente a los ojos ignorantes de los que no sabemos observarla, escucharla y muchas otras veces enceguecerla, pasando frente a las miradas que no observan la majestuosidad que reside en el cotidiano, en lo importante que es estar en un lugar y poder quedarse allí, observando, sintiendo y aferrando los sentidos; no conformarse simplemente con pasar y darle un camino meramente utilitario y básico a nuestro cuerpo, haciéndolo errante, superficial, emborronando las paredes más íntimas de la sensibilidad, transformándolo en maniquí inpensante, quitándole su objetivo como conexión trascendente con el mundo y todo lo que lo rodea; evitando por completo la sorpresa, teniendo la idea tonta de querer controlar absolutamente todo y hacer de la sencillez más fantástica una monotonía incesante, monotonía a la cual nos amarramos apoyada del discurso de un patrón, el Sr. Dinero.
Creyendo en esa preocupación y haciendo conciencia que el Director Húngaro Béla Tarr quiso desde temprana edad dedicarse a generar nuevo conocimiento deseando ser filósofo, con una preocupación profunda por cambiar el mundo que cada vez va en retroceso humano disfrazado por grandes avances tecnológicos, nos muestra desde el comienzo y sin la necesidad de una baratija sensorial como lo es hasta ahora el mal uso de la tecnología 3D, cómo realmente se atrapa a una persona y se sumerge profundamente en un relato cinematográfico. Una de las cosas profundamente intrigante e interesante de Tarr es que pudo mostrar su forma de ver el mundo de forma empírica en sus comienzos como cineasta, sin la necesidad de una academia, haciendo del deseo por el conocimiento y la necesidad de expresión a partir de la sensibilidad más importantes que la teorización de la misma y el espíritu. Otra cosa muy interesante es que su forma de ver las realidades no es tan lejana de la forma en que nosotros vivimos todos los días, la exquisita diferencia es que él se concentra en mostrar lo que nosotros ignoramos todo el tiempo por querer obedecer a los patrones y querernos inmiscuir en esa forma de vida a la que nos obligan, porque extrañamente la humanidad que supuestamente se rige a sí misma, autoproclamándose, el ser superior de todas las especies del planeta se ha inventado todas las cosas que la oprimen, la hacen suicida y la deshumanizan cada vez más, embutiéndola en situaciones que la bloquean y la destruyen.
Algo que llama mucho la atención de dos de sus películas Damnation y The Man from London, es la universalidad en todos los sentidos de sus relatos, tratando temas que se comparten y se repiten en todas las latitudes, pero son situaciones que por el ritmo son resaltadas, ya que inclusive las discusiones más fuertes se tornan más densas gracias a la contemplación, tratamiento que se hace clave al llevarnos a nosotros mismos junto con los personajes a sentir que todo el tiempo en nuestra vida estamos dejando huellas y no simplemente sobreviviendo, es precioso que desde la elaboración del guión se quiera perder la banalidad de lo cotidiano y no a partir de juegos pirotécnicos, falsas puestas de sol o con balaceras y miles de millones en presupuesto para poder destruir todo un lugar sin una razón, esa forma obtenida a partir de la reflexión, de la dedicación y la observación; de cómo el tiempo transcurre con nosotros nunca a la deriva si no como un péndulo que nos persigue y nos hace intermitentes en la vida de los demás; péndulo que se ve reflejado la mayoría del tiempo en Damnation con la forma en que se mueve la cámara de un lado a otro del decorado mostrándonos todo lo que pasa, dándole la misma importancia a todo y todos, casi indiferente a los personajes presentados como protagonistas, ya que todos son protagonistas porque son seres humanos, tiempo construido en planos secuencias de larga duración, de mucha complejidad pero con una factura increíbles, llenos de un sentir y una esencia que empleando las herramientas cinematográficas, se transforman en verdaderas obras de arte.
Haciendo un pequeño análisis de las herramientas semióticas en Damnation, pude denotar que el personaje de Karrer es como los perros que siempre aparecen bajo la lluvia merodeando dentro del plano, son recurrentes y se convierten en una especie de leitmotiv en los momentos en que él pierde todas las esperanzas de estar con su amor, llueve sin cesar, sin él tener la mínima intención de evitar mojarse, llueve porque a pesar de la ausencia corpórea de su mujer amada, se empapa de su recuerdo con la lluvia, se transforma en el perro desamparado que busca algo con que alimentarse y aferrarse a la vida, hasta que al final acepta su condición de perro mojado, peleando con sus deseos de perro que es lo único que le queda frente a su mujer (la lluvia).
Es muy importante el sentido que le da la justicia Béla Tarr en The Man from London y Damnation ya que la percibe de un modo no radical en el sentido juzgar los actos de las personas como buenos o malos creyéndose Dios o un ser superior que puede decirnos con certeza qué está dentro de ese par de condiciones, si no, de una forma en que comprende que el ser humano actúa básicamente dependiendo de las circunstancias y de su forma de ser que a su vez depende siempre de todo lo que ha vivido a lo largo de su existencia, dejando ver además su forma de pensar sobre el destino, donde cada persona se lo labra y son sus acciones las que determinan el siguiente paso y la forma en que los demás los ven y los juzgan dependiendo de las condiciones anteriormente mencionadas.
A partir de planos elaborados minuciosamente nos deja inmiscuirnos en lo más profundo de los sentimientos de los personajes, de esos seres humanos en constante cambio, escogiendo perfectamente el ángulo de la cámara en que mejor podamos compartir lo que les pasa, esta sensación está presente en las dos películas mencionadas anteriormente, pero se hace mucho más presente en la secuencia final de The Man from London donde la esposa del inglés queda totalmente perpetua por la imagen que acaba de tener dentro de la cabaña y además de que el asesino de su esposo haya estado junto a ella, le haya dicho que “solamente quería alimentarlo” y algo pasó para que lo matara, ella queda estática y el plano funde a un blanco absoluto, es en ese instante donde para el espectador queda totalmente claro la forma en que al escoger perfectamente la composición y cada una de las imágenes que están en el cuadro se consigue un todo en narración y en sentimientos.

El sonido es muy importante, con grandes silencios en las palabras pero llenos de poesía e información valiosa, aún más valiosa que la de las palabras y en los momentos en que se pronuncia cualquier palabra se calla lo superficial y se escucha la voz del alma hablándonos dándonos información sobre la condición del personaje y no explícitos.
Béla Tarr es un cineasta que a partir de la práctica y la búsqueda del conocimiento ha planteado un estilo propio en donde a pesar que tiene la conciencia de que no puede cambiar el mundo con lo que hace, hace su mayor esfuerzo y consigue cosas geniales para aquellos que lo queremos ver, escuchar y estamos dispuestos a ver un punto de vista universal sobre lo que vivimos y tenemos la conciencia de que nos enfrentamos a obras de arte, con carácter, punto de vista claro de un autor.

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