12 MUESTRA DOCUMENTAL: DINAMITA PARA LAS HADAS


Por
Andrés Romero Baltodano





Dziga Vertov caminaba despacito -dicen-.
Leni Riefenstahl se quedó observando la sombra de un atleta y entrando en un eterno flash back.
Patricio Henríquez aun acompaña los muertos.
Ellos son documentalistas. Aquellos seres que persiguen dentro de la realidad los porqués de la muerte, la vida, los olores o las maneras en que una calle cambia de dueño o de sol.
La realidad siempre ha sido la cantera insondable de la ficción y no al revés como muchos pretenden decir, es mas, muchos toman como modelo la ficción para tener referentes para sus realidades y creen, que como popularmente se dice, si “salió en película” es una garantía de rectitud o de acto a imitar.
La sociedad de consumo y sus subsidiarias productoras de películas insulsas y megacomerciales, abonan este terreno, tratando de imponer costumbres y actitudes que incluso se convierten en esos paradigmas absurdos de quienes, como son incapaces de verse a sí mismos, creen que en el espejo del estrellato falso y las situaciones manipuladas de guionistas sin razón, ni corazón, esta la verdad.

Muchas ciencias humanas de manera maniquea prefieren la verdad como una virtud y no como algo tan cambiante como las olas del mar o los sombreros de Marlene Dietrich. Pero lo cierto es que la verdad está en cada uno, en la medida que las verdades se construyen con miles de residuos de nuestros pensamientos, acciones y omisiones, de lo leído o lo vivido, de lo olido y lo recordado.

Quienes se muestran con verdades neuróticas y dogmaticas, son simples títeres de sus propias obsesiones y no seres humanos abiertos a que lo filosófico cambia tanto, como que hoy podría tener razón Descartes y mañana Wittgenstein, siempre y cuando no aparezca un poema de Marilyn Monroe que dice: “Tendrá que ser otro puente/ uno feo y sin vistas-salvo que me gustan en especial todos los puentes /”.
Las verdades en el cine se instalan preferiblemente en lo documental, en la medida que se trabaja con una serie de variables que iluminan el camino, no solo desde el hecho documental central, sino que un buen documental toma como pretexto la fabricación de colombinas y de allí su discurso puede abarcar la religión, la hospitalidad, los reinados de la simpatía o las maneras de gobernarnos.

Detrás de cada documentalista está un sinnúmero de ideas y posturas sociales que se vuelven cine y que hacen de éste género, una hermosa manera de saber que tenemos testigos en todo el planeta más efectivos que los superficiales noticieros que intentan convencernos que a partir del termino “noticia” lo que nos muestran es “lo que está pasando” (tendríamos que ser muy ingenuos para creernos tamaña falacia)

En este país donde las posibilidades cinematográficas para el espectador cada vez se reducen mas desde lo físico (ahora las salas planean su zona de comidas con un área tan grande como si fuera otra sala) hasta lo conceptual, es increíble como en una ciudad de quince millones de habitantes como Bogotá solo se estrenen en las salas dos o tres largometrajes de ficción (nunca documentales, a no ser que sean remedos estéticos del género -tipo “Océanos-) de dudosísima calidad.
Todos los años quijotes del documental timoneados por el cineasta Ricardo Restrepo y Patrica Ayala se dan a la tarea de “curar” una muestra poderosa de dinamita para las hadas, que llega en forma de documentales en la Muestra Internacional Documental que ya llega a su 12 versión. Y se inaugura este 25 de Octubre en la Cinemateca, Biblioteca Nacional y Museo de Arte Moderno de Bogotá, en la exhibición de películas más el vital encuentro teórico con los invitados internacionales.
Sus organizadores en un acto de amabilidad con el Blog de La Moviola siempre nos facilitan algunos de los documentales que van a exhibir para “mostrárselos” a los lectores en exclusiva y hoy nos referiremos a dos de ellos pa’que se vayan provocando de este banquete de realidad y cine hecho desde la epidermis.




ESPIRITUS DE DRASSANES

De Simón Hernández / Cristian Jara
2009
España


Todo está tan oscuro como los ojos de un muerto que navega entre su pasado y se detiene a mirar su presente de manera vidriosa y asombrada.
Estamos en el barrio chino quien ha perdido su nombre (mutan las calles, los conceptos, la filosofía) y otros lo denominan la calle de la cera habitan allí gitanos (los que quieren sacar de todas partes y a nadie le importa) drogadictos y un gato burlón de la fábrica Botero que ya es conocido como el gato de Raval.
La situación, la arquitectura, el pasar del tiempo, el gris del magnifico Super 8 m.m. aquel tempo que se va deslizando por nuestros, ojos hacen de este documental una bella experiencia plástica que camina como un ladrón desnudo por entre la realidad.
La cámara entra en las ventanas, en el humo, en los rostros perdidos de aquellos que viven (y tal vez no lo saben) en un limbo de inexistencia. Hay voces en off de algunos de ellos mientras la cámara se dedica a mostrarnos que las palomas también aprenden a volar y los ladrillos que son los muros de lo que nunca alcanzamos a ver.
Hermoso transito documental donde tienen cabida una atmosfera muy personal y extasiada de poesía de los realizadores, donde todo se mueve en el territorio de lo lento y lo contenido de aquellos ojos de los protagonistas que miran aun infinito incierto.
Se escuchan a veces las voces y frases como “te casa con la heroína” abismo negro que sacude a estos seres humanos retratados con poesía y respeto… un documental que se aleja del esquema periodístico de las múltiples entrevistas para ser un escucha de lo que pasa en este Raval barcelonés, mientras el espectador con las manos en los bolsillo entra despacito en ese sopor de un blanco y negro pegajoso y mas poético que una mirada insolente de Anna Ajmátova.



BORIS RIZHY

De Ailona van der Horst
2009

I was born—I still find it unbelievable—
in a labyrinth of factory yards,
in that land of rock doves, populated, for a thousand years
in equal parts by cops and thieves.
For this reason, I do not love diminutives,
and when fellows knock and, smiling, ask for vinegar,
I give them what they want.
(As a Sheet of Ice Covers Granite, 1997)
Boris Rizhy

Cesare Pavese
“basta de palabras. Un gesto. No escribiré mas”
En un hotel se aloja para suicidarse.
1950
Thomas Lovell Beddoes
Italia.
1849
Se envenena.

Costa Cariotakis
1928
Debajo de un eucalipto se dispara.

Los poetas suicidas siempre han sido atractivos, en la medida que parte de su obra se asocia a estos gestos, que debemos aclarar, no solo hacen los poetas (cuántos médicos, pilotos, mecánicos y enfermeras se suicidan sin que nadie se de cuenta?) pero que les agrega un halo de tragedia tan de moda desde los simbolistas y desde los “poetas malditos” que de malditos tenían lo que tienen de educados los tigres cuando se sientan a la mesa en el Serengueti.
Esta manía de seguir los pasos de los suicidas de una u otra manera se convierte en una bitácora de lo que deja, de lo que queda paradito en una mesita azul.
Del suicida se recuerdan las fotos, los objetos, la chaqueta azul con lamita, las horas que pasaba debajo de una bicicleta con canasta.
Pero independientemente de este “romántico” motivo la reconstrucción de la vida y los posibles motivos de la obra de un poeta siempre serán humanos, tensos y dulces. Seguir el rastro como una hiena persigue a un cachorrito de cebra, hace de estos documentales una labor que por momentos es demoledora y por momentos nos hacen comprender que detrás de las palabras siempre hay motivos para navegar en la oscuridad.
Boris Ryzhy (1974-2001) es un poeta suicida de casi última generación de aquellos que ya no vieron grandes retratos de Lenin ni propaganda en las calles, un poeta triste que refugiado en la geología y en lo científico, escribe de su barrio, de sus vecinos, de sus calles y Ailona van der Horst rehace pacientemente su retrato a partir de lo que queda de su “naufragio”. Su hermana, su esposa su hijo (estremecedor testimonio del desapego) sus calles, sus recuerdos, en un profundo retrato “hablado“ de este poeta ruso.
“Las palabras están en situación” decía Armando Romero en un texto de los ochenta y aquí no solo están en situación, sino que defienden a la otra palabra: la poesía. La cámara se escuda de la nieve, las secuencias muestran la cicatriz física del poeta y su leyenda, los ojos de su mujer se apagan y su hijo hipnotizado por matar en los videojuegos poco le importan los poemas de su padre.
Viaje inclemente sobre las arrugas humanas, certero disparo a una ventana oscura… al terminar (llenos de nieve) salimos como de un tierno letargo donde de nuevo la poesía se alza gigante con una espada gris, haciendo valer sus derechos y demostrándonos que lo documental es un género ilímite, maravilloso y lleno de millones de huequitos donde hundir nuestras filias y fobias en un estanque lleno de agua tibia.
Hagan Click en el tìtulo de este artìculo y entren a la pàgina para que se vayan programando!!!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mmmmmm

Anónimo dijo...

si un delicado banquete tendremos....hummmmmmm