EL LENGUAJE DE LA FATALIDAD EN “EL CUERVO” DE EDGAR ALLAN POE


Nos envia este articulo la escritora Gabriela Santa a quien le damos la bienvenida a nuestra Moviola......



Gabriela Santa Arciniegas

Escribe desde que tiene memoria. Comenzó Artes Plásticas en Los Andes pero terminó estudiando Literatura en la Universidad Javeriana. Se especializó en Docencia Universitaria en la Universidad El Bosque. Actualmente cursa Maestría en Literatura, de regreso en su alma mater. Escribe cuento, poesía y novela. Tiene un libro publicado llamado Sol Menguante, de poesía, y ha participado en varias antologías. Tiene 3 menciones de honor y un primer premio de los concursos del Museo Rayo. Es organizadora de los festivales poéticos de Tenjo, Cundinamarca, desde este año. Tiene un cuento publicado en la antología “Señales de Ruta” de Arango Editores, y otro en la antología “Cuentos Cortos” de El Tiempo y Editorial Panamericana; fue mención de honor en el concurso “El Brasil de los Sueños” 2008, de IBRACO. Tiene dos novelas inéditas. Desde 1999 se dedica a investigar sobre la leyenda del Yurupary y ha llevado el tema a varios congresos. La apasiona la cultura y la poesía japonesas, y en general las culturas orientales. Ha dictado cursos y conferencias sobre la relación entre el tarot y el viaje del héroe, otro de los temas que la apasionan. En general las mitologías y las religiones antiguas constituyen una fascinación inagotable. La relación de Poe con el ocultismo, las mitologías y las religiones antiguas, fue uno de los motivos para investigar sobre su obra. Docente, trabajó en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y en la Universidad de la Sabana pero actualmente se dedica a escribir mientras adelanta su maestría, mientras trabaja como autora de textos escolares en Santillana.



EL LENGUAJE DE LA FATALIDAD EN “EL CUERVO” DE EDGAR ALLAN POE ( 1)
CONFERENCIA QUE SE DICTARÁ EN LA TADEO EL 30 DE OCT. DE 2009



Por

Gabriela Santa Arciniegas

Especial para La Moviola

Es raro encontrar que un autor se dirija al estudioso de su obra para explicarle el proceso seguido para componer un texto en particular. Este es precisamente el caso de Poe. Lúcido y sucinto como pocos, no sólo encontramos de él ensayos minuciosos y profundísimos sobre matemáticas y astronomía, como en el caso de Eureka, o textos que nos hablan en general sobre la poesía, como en el Principio Poético, sino que podemos encontrar sus ideas sobre la poesía ejemplificadas en su poema más famoso y quizá el más complejo: El Cuervo. Estamos hablando de Método de composición. El lector desprevenido, cuya intención haya sido meramente lúdica, quizá vea en Poe un autor sensible, vulnerable ante lo irremediable de la muerte, voluble ante los fenómenos de la naturaleza. Esto sin duda es cierto, porque de lo contrario Poe no habría sido el maestro que fue. Ningún autor puede escribir poesía si no parte de esa sensibilidad y compenetración con las cosas y con las situaciones humanas. Sin embargo, en Método de Composición vemos a un Poe matemático, músico, experto en poesía griega y anglosajona, que, como dice él, parte de la exactitud métrica de técnicas ya conocidas, y hace lo que se podría llamar en términos de hoy un “estudio de mercadeo” para saber cuál será el tema, el tono, los recursos estilísticos, la voz narrativa, más universales para los lectores. Dicho en palabras del autor “consiste mi propósito en demostrar que ningún punto de la composición puede atribuirse a la intuición ni al azar; y que aquélla avanzó hacia su terminación, paso a paso, con la misma exactitud y la lógica rigurosa propias de un problema matemático”. Un problema matemático, eso es la composición poética para él. Matemático sí, pero teniendo en cuenta que los orígenes de esta ciencia son los mismos de la filosofía. Con esto queremos decir que no sólo es importante para él la simetría morfosintáctica en un poema, sino la armonía fonico-fonológica. No olvidemos otro de los vínculos de la matemática con las artes: la música. En una obra musical, los conceptos de ritmo, armonía, escala, compás, son conceptos ligados íntimamente con la matemática. Los números y la relación simétrica entre secuencias numéricas, son correspondientes con la armonía que produce al oído una obra musical.
Por eso no es una coincidencia que el poema El Cuervo de Poe, tenga la cifra de 108 versos, repartido en 18 estrofas y 18 repeticiones del estribillo con sus diferentes variaciones. En Método de composición, el escritor dice: “…cuando son necesarias dos sesiones se interponen entre ellas los asuntos del mundo, y todo lo que denominamos el conjunto o la totalidad queda destruido automáticamente”. Para él un poema debe leerse en una sola sesión. Más adelante complementa: “Es inútil sostener que un poema no es tal sino en cuanto eleva el alma y te reporta una excitación intensa: por una necesidad psíquica, todas las excitaciones intensas son de corta duración”. ¿Y qué es una sesión para él? ¿Cuál es su duración máxima? El responde: “concebí ante todo una idea sobre la extensión idónea para el poema proyectado: unos cien versos aproximadamente. En realidad cuenta exactamente ciento ocho”. ¿Por qué exactamente ciento ocho versos? Si vemos el rosario cristiano, tiene cincuenta y cuatro cuentas. Es la mitad de ciento ocho. Y los rosarios hindúes y budistas, llamados en sánscrito “malas” se pueden conseguir tanto de 54 como de 108 cuentas. 108 es el número máximo en que se puede cantar un mantra diariamente. Los mantras son palabras sagradas, así como son sagradas las oraciones que hacen parte de los misterios del rosario cristiano. Por otro lado, ciento ocho es un número cabalístico. De la suma de los dígitos que lo componen, queda como resultado el número 9, que es un número perfecto. En la multiplicación, en la tabla del 9, si en cada número resultante sumamos los dígitos que lo componen, el resultado siempre será 9. Y en astrología el número 9 es el número de Saturno, el número de la introspección, de la sabiduría, de la meditación. La carta IX del tarot es El Eremita, el anciano que busca con su lamparita la sabiduría en la oscuridad de sí mismo. Poe, que era conocedor de estas líneas esotéricas, no podía ignorar la importancia de esta cifra.



Espere en la próxima edición de La MOVIOLA la segunda entrega de este artículo

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